Erase una vez un buque…
que era el orgullo de la Flota de la Armada Española, era un portaaviones, o
portaaeronaves, la verdad es que poco importa el nombre. Fue botado en el año
mil novecientos ochenta y dos (1.982), a finales de mayo. Cientos de
periodistas y miles de ciudadanos acudieron al evento, que fue ampliamente
seguido por multitud de periodistas, como bien refleja el ABC del veintitrés de
mayo, el día siguiente.
Su
nombre inicial iba a ser Almirante Carrero Blanco, pero el pasado franquista
del mismo y en el entorno del sistema democrático, implantado tan solo siete
años antes en ESPAÑA, y ratificado con la Constitución de mil novecientos
setenta y ocho (1.978), se desaconsejó tal moción.
Finalmente,
y solo diez días antes de su botadura, con el beneplácito de Su Majestad, el
Rey y de Su Majestad, la Reina, que ejerció de madrina, se publicó el nombre
elegido: Príncipe de Asturias.
Treinta años después,
en dos mil doce, ESPAÑA se encuentra sumida en una profunda crisis económica a
la que no se le ve el fin a corto plazo y, como era de adivinar, los recortes
en defensa han afectado a la operatividad de los tres Ejércitos. Pero pese a
ser normal en los tiempos que corren, no deja de dolerme…
Y menos después de leer ayer esta noticia, lo que muchos
nos temíamos finalmente se ha hecho realidad. Tras el paso del buque a una
situación de baja operatividad en 2011, finalmente, el Jefe del Estado Mayor de
la Defensa (JEMAD), Almirante General Fernando García Sánchez ha tenido a bien,
siguiendo las recomendaciones de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM),
autorizar el desguace del buque portaaeronaves Príncipe de Asturias.
Para llegar al
desguace, debemos recapitular primero algunas de las causas que han llevado a
su desguace. En primer lugar, llevaba parado desde finales de dos mil diez
(2.010) en su base, Rota, a causa de algún que otro problema en el radar, que
si bien no comprometía la capacidad del barco para navegar, si comprometía la
orientación y seguridad del mismo.
Otro elemento que ha podido ayudar, es la aparición en dos
mil diez (2.010) del Buque de Asalto Anfibio Buque de Posicionamiento
Estratégico (BPE) Juan Carlos I, que es capaz de asumir, no sin dificultades,
la labor del Príncipe de Asturias en lo que a transporte y operación de
aeronaves se refiere. Hay que tener también en cuenta la tripulación de uno y
de otro, mientras que el Príncipe supera los seiscientos (600) el Juan Carlos I
no llega a los trescientos (300) para operar.
Sea como fuere, las circunstancias han obligado a acelerar
la jubilación del buque cuyo desguace comenzará dentro de unas semanas en
Navantia Cádiz.
Aún así, con multitud de motivos para justificar la
retirada de nuestro buque no puedo describir la sensación que se me quedó al
enterarme de la noticia, y es que el Príncipe de Asturias fue por muchos años
el buque insignia de nuestra Armada, y se nos va a hacer muy raro estar en la playa
de ‘’El Rompido’’ de Rota sin verle a lo lejos, con su rampa despuntando en el
muelle proa al cielo.
Y no puedo evitarlo, me
corrompe las entrañas ver la manera en la que va a ser desguazado un buque como
nuestro Príncipe de Asturias, que ha sido y es historia de ESPAÑA, y al que
tanto aprecio tienen aquellos que han servido o sirven en él.
Y
es que, en ESPAÑA, al contrario que en otros países, la historia se elimina o
desguaza, en lugar de preservarla en museos que den una idea de lo que esa
historia fue. Por desgracia, nuestro buque insignia no correrá mejor suerte, y
su destino, es acabar hecho chatarra.
Al
Capitán de Navío Alfredo José Rodríguez Fariñas le queda el inmenso honor de
ser su último comandante, el último comandante de un barco con garra, como en
su día fuera el Dédalo. El capitán será la última persona que arríe la bandera
de ESPAÑA del pabellón del buque y quien la entregará al mando correspondiente
de la Armada para que esta la tenga bajo su guardia y custodia hasta el día que,
con suerte, el nombre de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias resurja para
dar honor y gloria a algún otro buque de la Armada Española.
En
su glorioso en inmenso historial destaca la participación en el mantenimiento
de la seguridad en el Mediterráneo durante la Guerra del Golfo Pérsico de 1.991
así como en las operaciones en Kósovo.
También
corresponderá al Capitán de Navío Fariñas ser el último militar de la dotación
en abandonar el buque.
Así
pues, rindamos un último momento al portaaviones, como rendimos a nuestros
valientes militares cuando caen en acto de servicio:
Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patria
engrandecieron.
Fueron grandes y fuertes, porque
fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso como valientes lucharon,
y como héroes murieron.
Por la Patria morir fue su destino,
querer a España su pasión eterna,
servir en los Ejércitos su vocación
y sino.
No quisieron servir a otra Bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron vivir de otra manera.
No cabe duda, que el buque Príncipe de Asturias sabrá
afrontar este trance con la misma entereza y honorabilidad con la que ha
superado otros escollos. ¡¡¡Adiós, principito, adiós!!!
TEXTO: ALEJANDRO CABRERA.
FOTOS: DANIEL DÍAZ Y WIKIPEDIA.ORG.
ALEJANDRO CABRERA FLÓREZ - 11-08-2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario