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sábado, 11 de agosto de 2012

De como se condenó a muerte al buque insignia de la Flota de la Armada Española.


        Erase una vez un buque… que era el orgullo de la Flota de la Armada Española, era un portaaviones, o portaaeronaves, la verdad es que poco importa el nombre. Fue botado en el año mil novecientos ochenta y dos (1.982), a finales de mayo. Cientos de periodistas y miles de ciudadanos acudieron al evento, que fue ampliamente seguido por multitud de periodistas, como bien refleja el ABC del veintitrés de mayo, el día siguiente. 

Su nombre inicial iba a ser Almirante Carrero Blanco, pero el pasado franquista del mismo y en el entorno del sistema democrático, implantado tan solo siete años antes en ESPAÑA, y ratificado con la Constitución de mil novecientos setenta y ocho (1.978), se desaconsejó tal moción.

Finalmente, y solo diez días antes de su botadura, con el beneplácito de Su Majestad, el Rey y de Su Majestad, la Reina, que ejerció de madrina, se publicó el nombre elegido: Príncipe de Asturias.

 
        Treinta años después, en dos mil doce, ESPAÑA se encuentra sumida en una profunda crisis económica a la que no se le ve el fin a corto plazo y, como era de adivinar, los recortes en defensa han afectado a la operatividad de los tres Ejércitos. Pero pese a ser normal en los tiempos que corren, no deja de dolerme…

          Y menos después de leer ayer esta noticia, lo que muchos nos temíamos finalmente se ha hecho realidad. Tras el paso del buque a una situación de baja operatividad en 2011, finalmente, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Almirante General Fernando García Sánchez ha tenido a bien, siguiendo las recomendaciones de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), autorizar el desguace del buque portaaeronaves Príncipe de Asturias.
 

 
          Para llegar al desguace, debemos recapitular primero algunas de las causas que han llevado a su desguace. En primer lugar, llevaba parado desde finales de dos mil diez (2.010) en su base, Rota, a causa de algún que otro problema en el radar, que si bien no comprometía la capacidad del barco para navegar, si comprometía la orientación y seguridad del mismo.

          Otro elemento que ha podido ayudar, es la aparición en dos mil diez (2.010) del Buque de Asalto Anfibio Buque de Posicionamiento Estratégico (BPE) Juan Carlos I, que es capaz de asumir, no sin dificultades, la labor del Príncipe de Asturias en lo que a transporte y operación de aeronaves se refiere. Hay que tener también en cuenta la tripulación de uno y de otro, mientras que el Príncipe supera los seiscientos (600) el Juan Carlos I no llega a los trescientos (300) para operar.

          Sea como fuere, las circunstancias han obligado a acelerar la jubilación del buque cuyo desguace comenzará dentro de unas semanas en Navantia Cádiz.

          Aún así, con multitud de motivos para justificar la retirada de nuestro buque no puedo describir la sensación que se me quedó al enterarme de la noticia, y es que el Príncipe de Asturias fue por muchos años el buque insignia de nuestra Armada, y se nos va a hacer muy raro estar en la playa de ‘’El Rompido’’ de Rota sin verle a lo lejos, con su rampa despuntando en el muelle proa al cielo.

 
           Y no puedo evitarlo, me corrompe las entrañas ver la manera en la que va a ser desguazado un buque como nuestro Príncipe de Asturias, que ha sido y es historia de ESPAÑA, y al que tanto aprecio tienen aquellos que han servido o sirven en él. 

Y es que, en ESPAÑA, al contrario que en otros países, la historia se elimina o desguaza, en lugar de preservarla en museos que den una idea de lo que esa historia fue. Por desgracia, nuestro buque insignia no correrá mejor suerte, y su destino, es acabar hecho chatarra.

Al Capitán de Navío Alfredo José Rodríguez Fariñas le queda el inmenso honor de ser su último comandante, el último comandante de un barco con garra, como en su día fuera el Dédalo. El capitán será la última persona que arríe la bandera de ESPAÑA del pabellón del buque y quien la entregará al mando correspondiente de la Armada para que esta la tenga bajo su guardia y custodia hasta el día que, con suerte, el nombre de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias resurja para dar honor y gloria a algún otro buque de la Armada Española.

En su glorioso en inmenso historial destaca la participación en el mantenimiento de la seguridad en el Mediterráneo durante la Guerra del Golfo Pérsico de 1.991 así como en las operaciones en Kósovo.

También corresponderá al Capitán de Navío Fariñas ser el último militar de la dotación en abandonar el buque.

Así pues, rindamos un último momento al portaaviones, como rendimos a nuestros valientes militares cuando caen en acto de servicio:

Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patria engrandecieron.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso como valientes lucharon,
y como héroes murieron.

Por la Patria morir fue su destino,
querer a España su pasión eterna,
servir en los Ejércitos su vocación y sino.

No quisieron servir a otra Bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron vivir de otra manera.


             No cabe duda, que el buque Príncipe de Asturias sabrá afrontar este trance con la misma entereza y honorabilidad con la que ha superado otros escollos. ¡¡¡Adiós, principito, adiós!!!

TEXTO: ALEJANDRO CABRERA.
FOTOS: DANIEL DÍAZ Y WIKIPEDIA.ORG.

ALEJANDRO CABRERA FLÓREZ - 11-08-2012. 

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